Pestañí

domingo, 2 de diciembre de 2012

Terapia Filosofal.




Desde el día en que te vieron cocinar
tanta cantidad
de mi frío con un mechero,
las rocas ya lo sospechaban.
Tienes los hombros más grandes del mundo.
O por lo menos del mío.

Como siempre que oscurece 
cuando no debe,
me apuntaste con el filtro
y empezamos a fumarnos tu piedra filosofal.
La locura y el loquero
volvieron a cambiarse los papeles.
Yo también lo sospechaba.
Desde Jesucristo nadie ha abierto los brazos como tú.


El esqueleto te da las gracias por escuchar.
Por todas las terapias.  
Tus terapias de pan y agua.
De “las cosas son así”.
Tus terapias de al volver a tropezarse.
Las que consiguen, 
y no sé cómo, 
que siga vivo.