Pestañí

domingo, 25 de noviembre de 2012

La Obstetricia de la Trementina Vegetal.



La madre que lo parió.
¿Cómo se puede ser tan sucio?
Me dije a mí mismo con los trapos en la mano.
y un dedo mojado en saliva  
limpiando los restos
de las flores de colesterol
de las bombas de tocino
y su obesidad grasienta de un peso terrible.

Vaivén de las bayetas.
Burbujas de trementina
sobre las tablas del uno, del dos y del cuatro.
Abrazos a las probetas 
y básculas empalmadas.
Que se rompan las que quieran.
Llevo zapatos de goma
y los cristales se terminan por secar.

He tenido que empujar
cien mil altavoces por el váter
para desatascarlo.
Y sus tuberías parecen serpientes que digieren elefantes.

Otra coreografía circular del papel higiénico.
Se me vuelve transparente 
 y todo huele a alfiler
y a azulejos fregados.
Todo tiene la capa transparente y fina,
la exclusividad intocable y fría
y la densidad bajísima del olor de cosas limpias.

Hincho el pecho.
Se respira.
Por fin, joder. Se respira.
No pase la llave al entrar.
Los lápices tienen hambre.


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